- Las cifras de obesidad delatan que cada vez comemos peor, ¿pero somos conscientes de ello? La mayor parte del tiempo, no, porque muchas de las ideas que tenemos sobre alimentación son falsas. Te descubrimos algunas.
La báscula siempre dice siempre la verdad? ¿Si no me gusta la verdura puedo comer solo fruta? ¿Para perder peso debo beber mucha agua? Son muchos los mitos que rodean la alimentación y demasiadas las preguntas con respuestas contradictorias. Con la ayuda del dr. Camilo Silva, especialista del Departamento de Endocrinología y Nutrición de la Clínica Universitaria de Navarra y los expertos Ismael Díaz Yubero y José Luis Murcia, autores del libro “¿Verdad? ¿Mentira? La respuesta a los mitos más frecuentes de la alimentación” (Ed. Everest), desmontamos 10 mitos muy comunes sobre nuestra alimentación.
1. El ayuno alarga la vida. FALSO
Hace casi un siglo, en uno de los primeros experimentos alimentarios que se llevaron a cabo,
se demostró que los ratones que consumían menos calorías de las que necesitaban vivían más que sus congéneres genéticamente iguales y más alimentados. Se extrapolaron esos
resultados y se pensó que lo mismo podía suceder con todas las especies de mamíferos, aunque los resultados que se obtuvieron al experimentar con otros animales no fueron tan determinantes.Aun así, surgió la teoría, bastante difundida, de que comer menos de lo necesario ayuda a alargar la vida. Pero lo primero que debemos tener en cuenta para desmontar este mito es que todos los nutrientes que nuestro organismo requiere deben estar presentes en la dieta, y cuando alguno de ellos falta o no se toma en la cantidad adecuada surgen problemas de salud. Para el doctor Camilo Silva, “durante un período de ayuno se pierde una cantidad excesiva de agua y de masa muscular, es decir, no todo el peso que se pierde es grasa, por lo que dejar de comer no se considera un tratamiento ideal para solucionar el sobrepeso o la obesidad”. Es cierto que en algunas circunstancias, por ejemplo en pacientes obesos, se puede ingerir temporalmente un volumen de calorías inferior al que estamos gastando con la intención de perder el exceso de grasa, pero esta restricción calórica no debe ser muy severa ni prolongarse indefinidamente, ya que puede dar lugar a alteraciones.
2. Para perder peso es necesario hacer ejercicio. FALSO
Como muchas personas han podido comprobar, la pérdida de peso depende fundamentalmente de lo que se come. De hecho, una persona que no cuida su dieta no suele perder ni un solo gramo, aunque realice ejercicio físico de forma continua y moderada. Aun así, es evidente que la actividad física contribuye al mantenimiento del peso ideal una vez que se ha perdido, por lo que suele aconsejarse en todos los tratamientos contra la obesidad y, en general, a toda la población por sus muchos efectos benefi ciosos.
3. Los alimentos afrodisíacos funcionan. FALSO
Estos productos actúan en realidad como un placebo. Aunque es cierto que para favorecer la síntesis de determinadas hormonas sexuales es necesario que el organismo mantenga un nivel correcto de zinc, pues su carencia implica el retraso de la maduración sexual y su défi cit limita el deseo, atiborrarse de ostras, muy ricas en este mineral, como preludio de una noche de pasión no sirve para nada. Además, ya existen fármacos que ejercen efectos positivos sobre la libido, al elevar los niveles de dopamina en el sistema nervioso central humano (especialmente en las mujeres), y de testosterona y sus derivados en ambos sexos, por lo que no sería necesario acudir a la despensa.
4. Lo light no engorda. FALSO
Cualquier modifi cación producida en un alimento para que aporte un 30% menos de calorías que el original puede etiquetarse como ligth, una categoría que, según Ismael Díaz Yubero, “puede llevar a muchos consumidores a la confusión, ya que tienen la idea errónea de que los alimentos ligth no engordan y que, por lo tanto, pueden tomar ración doble”. Para que un producto realmente aporte pocas calorías debe estar etiquetado, según la Unión Europea, como de “bajo valor energético”, con lo que no debe tener más de 40 kilocalorías por 100 g. Muchos alimentos ligth son calóricos por su propia naturaleza (como, por ejemplo, la mahonesa light) ya que buena parte de sus ingredientes son grasas necesarias para su elaboración, su sabor y su textura. “Por tanto, resulta absurdo pensar que las patatas fritas o las margarinas ligth no engordan”, concluye José Luis Murcia. Para el dr. Camilo Silva, “los alimentos light contienen menos energía que sus análogos no light. En algunos casos, como los refrescos, el aporte calórico puede ser mínimo, no obstante, la mayoría de estos productos poseen una cantidad sufi ciente de calorías como para favorecer la ganancia de peso si se consumen en cantidades excesivas”. Conclusión: cuidado con ellos.
5. Las embarazadas deben comer por dos. FALSO
Está demostrado que un problema de sobrepeso de la madre repercute negativamente tanto en ella como en el feto. Una mujer embarazada debe ganar de seis a 12 kg de media durante toda la gestación si parte de un peso normal. Si ya sufre sobrepeso, lo ideal es no superar los 9 kg; y si estaba delgada antes de la gestación, lo más seguro es que engorde hasta 15 kg. Esas serían las cifras de referencia para que no se produzcan alteraciones en el desarrollo fetal. Para acumular todos esos kilos la gestante debe incrementar el ingreso energético en unas 200-300 kcal/día entre el segundo y el tercer trimestre del embarazo (el objetivo es tomar unas 2.100-2.500 kcal/día), pero esto no signifi ca, ni mucho menos, que tenga que comer por dos. Hay que tener en cuenta que un único yogur griego ya posee 139 calorías.
6. Las grasas son malas. FALSO
Existen muchos tipos de grasas, aunque, a grandes rasgos, se suelen dividir en “buenas” y “malas”, según sea su impacto sobre el nivel de colesterol y triglicéridos. Pero no podemos renunciar a ellas porque nuestro organismo necesita las grasas para muchas de sus funciones (la síntesis hormonal, la formación de membranas celulares, etc.). Sin embargo, la energía que aportan es muy considerable (9 kcal/g), por lo que sí debemos vigilar la cantidad que tomamos al día (y su calidad), ya que su exceso en la dieta (aunque sean grasas de las “buenas”) puede facilitar el desarrollo de obesidad.
7. Para adelgazar hay que eliminar los hidratos de carbono. FALSO
Las dietas que para perder peso eliminando los hidratos de carbono intentan que el organismo busque energía mediante la utilización de grasas y proteínas. Aunque algunos estudios sugieren su posible utilización como método de choque antes de seguir una dieta equilibrada, se han constatado efectos dañinos sobre la salud de las personas que no consumen hidratos porque ese défi cit provoca fatiga, aumento de los niveles de colesterol y triglicéridos, elevación del ácido úrico y una pérdida excesiva de agua y masa muscular. Por lo tanto, debemos recordar que la misma pérdida de peso que se consigue con una dieta desequilibrada puede lograrase con otra que no prescinda de los nutrientes necesarios. ¿Para qué poner en riesgo nuestra salud?
8. Cuando se hace una dieta es necesario tomar suplementos. FALSO
Una dieta equilibrada para perder peso contiene una cantidad sufi ciente de vitaminas y minerales. Aquellos regímenes que están desequilibrados o que no contienen una amplia variedad de alimentos de distintos grupos (frutas, carnes, verduras, cereales, pescado, aceite de oliva, etc.) poseen un riesgo muy elevado de no incluir en su composición la cantidad sufi ciente de los micronutrientes que necesita una persona. Asimismo, una dieta con muy pocas calorías, aunque sea variada, no aporta la cantidad sufi ciente de estas vitaminas y minerales. En general, se considera que un régimen que aporte más de 1.500 kcal/día contiene todo lo que el cuerpo necesita si es variado. Este tipo de dieta se ajusta a las usadas para combatir la obesidad.
… Y DOS VERDADES
1. Los productos que impiden la absorción de grasa ayudan a perder los kilos de más. Pero cuidado, no todos a los que se les atribuye esta propiedad la tienen realmente y, además, algunos de los que actúan de esa forma pueden provocar graves problemas al organismo. Hay que tener en cuenta que las grasas son un alimento indispensable para el cuerpo humano por su poder energético y por ser el vehículo en el que viajan las vitaminas. Cuando la ingesta de grasas o el aporte calórico es excesivo, se forman depósitos en el organismo y engordamos. Si conseguimos evitar su absorción, que puede llegar a aportar entre el 40 y 50% de las calorías ingeridas, estaremos combatiendo su almacenamiento y, en consecuencia, el incremento de peso. Generalmente, estos productos se administran en pastillas compuestas por un principio activo que, a través de una especie de gel que impide su absorción, consigue el aislamiento de las grasas, que posteriormente son eliminadas sin ser digeridas. Son la versión “light” de los fármacos contra el exceso de peso, pero aún así es peligroso utilizarlos sin seguimiento médico.
2. Es bueno comer sentado. Esta sana y educada costumbre logra que comamos más despacio, mastiquemos correctamente, tragemos menos aire y hagamos mejor la digestión. Además, según un estudio canadiense, comer de pie puede aumentar la ingesta de calorías hasta en un 75%.